Un apóstol enamorado.

Últimamente me he preguntado mucho sobre mi relación contigo Señor. 
Dicen que una característica de ser joven es esa: la inquietud; así que tú entiendes mejor que nadie porque a veces nace de mi corazón tanta curiosidad.
Pensaba Jesús, en esos ídolos, en las influencias, en las personas a quienes admiramos y aquellos que "nos inspiran". Esos artistas por los que llegamos a hacer tantas cosas para mostrar cuánto sabemos sobre ellos; queremos ser el fan destacado, el número uno.

Veo al mismo tiempo que el mundo no siempre entiende que yo te siga, creen que es una obsesión, que es demasiado, quizá piensan que pasará...
Pero el amor y el gozo que tú pones en los corazones no cede, no pasa de moda como tantos personajes superficiales.
Yo no soy tu fan. No quiero aceptar ese título porque un fan no conoce el corazón del artista como tú me has mostrado el tuyo; no ha comido en la misma mesa de la manera en la que Tú y yo lo hacemos juntos en la Eucaristía; no habla de frente en profundidad y amor con aquel a quien sigue mientras que Tú estás a una oración de distancia, no hay agenda, no me haces formar una fila de espera.

Yo quiero ser tu testigo. Porque un testigo ha estado ahí en todo momento, porque lo que me hace continuar en tu equipo no es solamente lo que me han contado de ti sino el hecho de que también yo lo he vivido. 
Deseo poder contemplarte para compartir el gozo contigo y así gritar en todo lugar que, como decía San Alberto Hurtado:
"Ser apóstol no es llevar una antorcha en la mano, poseer la luz, sino ser la luz."
Que yo sea luz con el testimonio que me has dado para no callar. Confirmar con mis acciones que el mejor "follow" que he dado, fue el haberte dicho:
¡SÍ SEÑOR, QUIERO SEGUIRTE!




-María José Alfaro

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